¿Sabes ese truco que
sirve a algunos padres – con ciertos especímenes -, que consiste
en sentar al niño en su silla, dentro del coche, y dar un paseo
cuando la luna está ya bien alta, rezando para que el pequeño caiga
en la dulce trampa de Morfeo?
A falta de un niño para
dicho experimento, muchas de las madrugadas que nos sorprendían a
las dos en la carretera, poníamos rumbo a la perdición de las
calles secundarias. Con cada vuelta a las rotondas, con cada curva
tomada, y con cada cruce atravesado, notaba cómo los pensamientos se
adormilaban. Cómo cada una de las preocupaciones que podíamos
albergar, se acurrucaban unas sobre otras en algún rincón oscuro de
nuestras mentes, silenciosas, invisibles.
Y entonces solo
quedábamos nosotras, en un estado apacible, desconectadas; con la
mente en blanco, atravesada por la letra de nuestras canciones
favoritas.
Qué bonito!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Sonia! Eres amor...
ResponderEliminarLo he comprobado, los viajes por carretera de noche son de lo mejorcito que hay, acompañados como dices de nuestras canciones favoritas, la noche y los pensamientos que, extrañamente, de noche y en esas condiciones sí parecen aclararse más. Debe ser influencia de la luna.
ResponderEliminarBesitos grandes grandes M.
Sin duda, es la luna... Besitos.
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