25 agosto 2013

Memorias de carreteras noctámbulas


¿Sabes ese truco que sirve a algunos padres – con ciertos especímenes -, que consiste en sentar al niño en su silla, dentro del coche, y dar un paseo cuando la luna está ya bien alta, rezando para que el pequeño caiga en la dulce trampa de Morfeo?

A falta de un niño para dicho experimento, muchas de las madrugadas que nos sorprendían a las dos en la carretera, poníamos rumbo a la perdición de las calles secundarias. Con cada vuelta a las rotondas, con cada curva tomada, y con cada cruce atravesado, notaba cómo los pensamientos se adormilaban. Cómo cada una de las preocupaciones que podíamos albergar, se acurrucaban unas sobre otras en algún rincón oscuro de nuestras mentes, silenciosas, invisibles.

Y entonces solo quedábamos nosotras, en un estado apacible, desconectadas; con la mente en blanco, atravesada por la letra de nuestras canciones favoritas.

4 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias, Sonia! Eres amor...

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  2. Lo he comprobado, los viajes por carretera de noche son de lo mejorcito que hay, acompañados como dices de nuestras canciones favoritas, la noche y los pensamientos que, extrañamente, de noche y en esas condiciones sí parecen aclararse más. Debe ser influencia de la luna.
    Besitos grandes grandes M.

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